II

Yo, Clementina Evangelina era una muchacha de 22 años llorando en un parque, con la piel enrojecida y abierta, ojeras profundas e irritadas, con la ropa colgando sobre un delgado cuerpo y la decisión de deshacerme de mi misma.

Entré a una peluquería a la que nunca había entrado, determinada a cortarme mi largo pelo. Al salir de allí el cabello no me llegaba bajo el pecho, me llegaba apenas a tocar los hombros. 

Ya había estado al borde de la depresión varias veces el año anterior, pero era Febrero de un nuevo año y yo no me sentía mejor. La relación con mi familia era tensa, los tratamientos médicos parecían no hacerme efecto y a pesar de que ya iba a sustentar mi trabajo de grado, había perdido toda pasión por el tema y estaba peleada con mi carrera.

Me iba a graduar de compositora, compositora peleada con la música. Es por eso que había resuelto gestionar hacer la especialización en periodismo cultural, pues no tendría que componer ni hacer música de ninguna manera. 

Tenía muchos planes y sueños con un novio de nombre de arcángel, que me había cuidado durante mi enfermedad y mis tristezas, al cuál la idea de dejar la música le había parecido muy aterrizada y espléndida, desde su punto de vista de administrador de empresas. Yo me sentía segura y protegida con él, pues había conseguido entrar a una buena empresa y empezaba a ganar una buena cantidad de  dinero. Un futuro con él prometía comodidad y yo ya me había convencido de pasar mi vida con él.

Había tenido que convencerme a mi misma porque todo lo que había hecho por mí ameritaba que sus sueños conmigo se hicieran realidad, a pesar de que sus chistes no me daban risa, su apariencia no me encantaba y sus besos no eran espectaculares. No compartía muchos de mis valores y sus manos jamás se quedaban quietas. Pienso ahora que tal vez mi piel se irritó en cada rincón por el que sus manos pasaron, es decir todo mi cuerpo, el problema había sido que en el momento dado, por no ahuyentarlo, no le negué aquello que nunca debí darle a ningún hombre, pero que sin embargo hice con cada uno de mis novios.

Él había sido, entre tantas relaciones, una segunda oportunidad para ir seriamente, y por eso yo pensé que no debía dejarlo ir de ninguna manera... Tan frágil, tan asustada de estar sola... Pero, me había enfermado, había terminado el último semestre de la carrera y había entregado la tesis. Las cosas iban muy bien si Arcángel se había quedado a mi lado a pesar de todo.

Me quedaban unas semanas antes de recibir mi diploma de Maestra en música con énfasis en composición, así que reflexioné por fin que la enfermedad y la tristeza revelaban lo lejos que estaba de Dios, y aproveché que tenía tiempo libre para meterme a un Taller de Oración que habían promocionado en la Parroquia de mi barrio.

Comentarios

Entradas populares