El altarcillo casero

Por fin me he podido sentar a escribir, semana y media después de casarme. He sido muy feliz, claro está, pero no ha sido esta euforia incontenible que pensaba que me iba a dar, sino que es más un alivio, una paz. Se cumplió un sueño, nos sentimos realizados y sobretodo completos y renovados para enfrentar la vida de una nueva forma. 

Ha sido muy emocionante empezar nuestra vida en un lugar que es de los dos, nuestro hogar. Como que hay un tercer ente que entra a interactuar y con el que también nos acoplamos y buscamos una sana convivencia, y ese es nuestro apartamento. Es un lugar pequeño, en un edificio que ya tiene sus años, y el tiempo que llevamos se nos ha ido conociendo y reparando lo no tan bello que tiene el lugar por la edad, como problemas de plomería, estufa no completamente funcional, etc. Al principio me dio muy duro que el lugar no sea perfecto, pero estoy dispuesta a hacer lo posible para que sea el hogar de nuestros sueños. 

Son muy pocas las cosas con las que llegamos al apartamento, apenas lo personal. Nuestras familias nos suplieron de prácticamente todo lo necesario para la cocina, el baño y la alcoba, y lo restante necesario para la vida cotidiana lo fuimos a comprar dos días después de casarnos, pero de muebles si tuvimos que conformarnos con una silla plegable y dos banquitos. De comedor estábamos usando mi escritorio, y es por eso que no me había podido sentar a escribir o dibujar. 

Hoy finalmente recibimos el comedor, que además venía con una cómoda. El espacio por fin tomó personalidad, y con el comedor tan exquisito que mi esposo escogió, esto ya va a pareciendo nuestra casa. Desde que hice los Talleres de Oración y Vida tenía muy claro que en mi casa quería un altar, para poner una Cruz, unas estatuillas y la Biblia de la casa, y vimos que la cómoda era el lugar perfecto, así que, sumando las tarjetas de felicitación que nos han dado y unos candelabros de regalo, nuestro altarcito casero va así: 


Cuando lo veo me siento aún más feliz de lo que ya estaba por muchas razones: Porque este altar es la evidencia de lo bien que hemos hecho las cosas, y me disculpo por dejar la modestia a un lado, pero lo cierto es que nos casamos tras una relación casta, con poco, y con toda la intención de tener una familia que de gloria al Padre, sin otro deseo que hacer su Santa Voluntad. También porque mis humildes sueños de casa se van cumpliendo poco a poco, y porque me confirmo en esa sensación que tenía cuando ya pudimos casarnos, de que las cosas van llegando y tomando su lugar, en un plan que aunque parece de uno, es inspirado, después de que uno se abandona a la Voluntad de Dios. 

Qué bello está quedando mi hogar, cada día nos entendemos mejor con este espacio. Me gustaría ahora un sofá, para que la sala parezca sala, pero bueno, a su tiempo. 


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