Para los hombres en el día de San José

Hace un par de semanas me hice un nuevo amigo, y del tiempo que tuvimos que compartir me quedó la sensación de que él es todo un caballero. Pensé ese día que son muy escasos los hombres caballerosos hoy en día pero que, por fortuna, yo los conozco a casi todos. Me propuse entonces escribir una entrada dedicada a ellos en el día de San José, que aquí donde vivo se ha tomado como "Día del hombre". 

Un caballero en el sentido al que yo me refiero es un "Hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad", según lo define el Diccionario de la Lengua Española. Si hubiese leído esta definición en otra época de mi vida, no la habría entendido. En mi niñez y adolescencia no vi más que el comportamiento contrario, con faltas muy claras a las 3 virtudes a las que se refiere el diccionario:

1. A la distinción: Algunos de mis tíos solían expresarse con groserías, y recurrir a modas extrañas para verse más rebeldes y hostiles; tal como cualquier joven promedio hoy en día, que se esfuerza porque su bondad natural no se distinga, y más bien por encajar en un falso y venenoso estereotipo machista. La situación no ha cambiado mucho.

2. A la nobleza: Siempre fui enamoradiza de adolescente, lo que se debía en gran medida a mi bien reconocida "fealdad" y a mi extrema timidez, porque siempre me iba a enamorar de los muchachos que notaban mi presencia de manera positiva, ya fuera saludándome o pidiendo mi opinión o consejo, lo cuál pasaba rara vez. Era una característica frecuente en ellos que se destacaran en los estudios, como si la cualidad de ilustres abarcara más de un aspecto de sus vidas. No eran muchachos comunes y eso me atraía. 

3. A la generosidad: Vi muchas veces a mi mamá rogándole a mi papá que hiciera algo, como sucede en tantas familias, tanto que ya debe ser un cliché de comic de periódico. "A lo mejor dar no es de hombres", es de lo que estuve convencida toda la vida, porque a ellos les cuesta mucho más dar, en cambio a las mujeres no nos cuesta nada y siempre lo hacemos por quienes amamos. 

Sin embargo, al conocer a mi prometido conocí también otros hombres que compartían sus inclinaciones y me llevé la sorpresa más grata de la vida, porque se me concedió la posibilidad de ser la dama que siempre había querido ser: entre más masculinos eran ellos, más libremente dejaba yo fluir mi feminidad. 

La cualidad de caballero es una proyección de la masculinidad en su plenitud. San José era un caballero formidable, y cada una de las tareas que desempeñó en la vida de Jesús y María, roles masculinos, los llevó a cabo demostrando cada una de estas tres virtudes en todo su esplendor:

1. La nobleza: Es la cualidad que le conseguió la elección de Dios para los altísimos ministerios de cuidar a su único Hijo. No sólo era San José de linaje noble, descendiente de David, sino que su honradez y su bondad integral lo hacían destacar. 

2. Distinción: La calidad de su alma lo distinguía entre la multitud de hombres de la época. En especial le daban distinción su sentido de justicia, el que lo hizo reflexionar sobre cómo proceder cuando se dio cuenta de que su prometida esperaba un hijo que no era de él; su humildad y entrega, cuando así como Nuestra Señora, dijo sí a todo lo que Dios le fue pidiendo; y la pureza y castidad con la que vivió su vida matrimonial, trabajando desde su naturaleza humana y pecadora para estar a la altura de María y Jesús, y así alcanzando inevitablemente la santidad. 

3. La generosidad: Porque José puso a un lado sus planes, sus intereses y sus debilidades para darse por completo al Hijo de Dios y cargar con la responsabilidad abrumadora de criarlo, sabiendo que le rendiría las cuentas a Dios Padre directamente. Él debió pensar con sencillez que si lo pide el Padre, se hace, así no se sepa cómo; simplemente se trabaja hasta el cansancio, se huye, se pone en riesgo la vida, se acepta la frustración de las limitaciones, se da todo de sí mismo, pero se hace.

Soy la más afortunada de que el modelo de mi prometido sea San José, porque no hay mejor devoción para un hombre que va a ser esposo. Por supuesto, mi modelo ha de ser María Santísima, por lo tanto, hay trabajo que hacer, virtudes que cultivar, mucho que orar... Doy muchas gracias a Dios por los hombres verdaderos e integrales que he conocido, y pido porque se mantengan fuertes en la lucha, y porque inspiren a las mujeres a abrazar su feminidad por completo, como me pasó a mí.



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