"El lugar nos lo haremos nosotros."

Llevo ya un semestre haciendo una maestría fuera de mi hermoso país, cruzando el Atlántico. 

Como mencioné al principio de este blog, desde que puedo escribir he llevado diarios, y a pesar de que no había continuado con la costumbre estos últimos años, al llevar un mes aquí vi la urgencia de comprarme un cuaderno bonito con cinta separadora y utilizarlo de diario de viaje. Es realmente el diario de un desierto, no voy a mentir. La Cuaresma comenzó la semana pasada, pero yo he vivido un poco mi propia Cuaresma hace medio año académico, guardando proporciones. 

Hace unas noches me estuvo costando mucho conciliar el sueño. No es algo inusual últimamente, así que prendí la lámpara y me puse a escribir todo lo que tenía en la cabeza en mi diario. Una vez terminé, sin sueño aún, agarré el diario y leí todo lo que había escrito hasta ese día. Aparte de algunos poemas y unos apuntes de una conferencia de la universidad, de un día que sólo llevaba ese cuaderno para tomar apuntes, siempre he escrito básicamente lo mismo.

Mi amado Beorn y yo simpatizamos de inmediato porque ambos vimos que el otro era extraño y singular, y sentimos que en eso somos iguales. Ambos nos hemos tropezado constantemente en nuestras vidas con que somos diferentes. Ya comprometidos, decidimos realizar estudios de maestría antes de casarnos porque ninguno de los dos estaba encontrando el trabajo adecuado: o no éramos buenos o felices, o apreciados y comprendidos en nuestras maneras. Confieso que la primera parte de la frase anterior coincide conmigo y la última con mi prometido. 

Lo que escribo una y otra vez es que en esta maestría tampoco encajo, me siento fuera de lugar, como siempre. Tengo espacios que me corresponden, como estar entre los brazos de mi amado, en mi cuarto perfectamente limpio y organizado, con detalles hermosos, en Misa o frente al Santísimo; pero de resto nunca he estado cómoda. 

Lamentablemente mi vocación al matrimonio me obliga a estar entre el mundo, y no hay opción de "familias de clausura" como con la vida consagrada. Me ando preguntando todo el tiempo qué se espera de mi que haga con mi talento y cómo se espera que sobrevivamos con Beorn. Quiero hacer algo con mi talento, y me doy cuenta de que como siempre, lo que se espera de mi no es convencional. 

Me he tropezado mil veces en mi vida con que la manera convencional nunca me funciona. En el colegio cuando era una niña era clarísimo, y puedo presumir que en mi adolescencia fui firme en mi peculiaridad. Pero al entrar a la vida adulta parece arriesgado no seguir el proceso: si terminé la carrera y quiero mejorar mis posibilidades de ser empleada debía hacer un estudio de posgrado en lo que me era más fácil en el momento. Imaginaba yo que estudiaría sin problema y regresaría con un diploma a enseñar en mi país. Pues ahora resulta que este posgrado no era lo mío, que enseñar esto no es lo que quiero. Al contrario, volví a descubrir aquí cuál es mi vocación, y tiene mucho que ver con seguir mis sueños de niña. 

No hay buenas estadísticas que soporten que podré sacar adelante la manera en la que me proyecto, y a un gran porcentaje de la gente que conozco le parecerá una locura. La supuesta locura es con lo que yo sé salir adelante. Apenas entiendo esto un camino alterno se empieza a delinear en mi cabeza, con mil opciones, todas no convencionales, pero todas posibles. 

Santa Teresita del Niño Jesús escribió que fue afortunada de no ser popular entre las demás personas nunca, al contrario, fue despreciada constantemente, porque así su corazón sensible y rebosante de amor no iba a apegarse a ningún afecto humano que pudiera causarle daño o desviarla de la vía a la santidad. 

Algo similar nos ha sucedido a Beorn y a mi, que nunca hemos encontrado aceptación o completo apoyo. No hemos podido sentirnos tan a gusto en la sociedad como para abandonar nuestro verdadero llamado a la bondad. A mi se me ha dado la gracia de ser incapaz de estar a la moda en ningún aspecto, y créanme que lo he intentado. Lo mío es abandonarme al Sagrado Corazón que pone en mí las salidas más disparatadas para el mundo y me pide que confíe como quien se deja caer de espaldas.

Le digo a Beorn cuando estoy muy triste que el mundo no tiene lugar para nosotros. Él me responde que es cierto, que el lugar nos lo haremos nosotros. 


Comentarios

Entradas populares