Casarme con un tradi...
No es un secreto para nadie realmente, que mi amado prometido es un tradicionalista declarado. Basta con verlo a él, vestido de traje y chaleco de lana, con el paraguas en la mano, el rostro barbado y la camándula bajo la corbata. Lo pinto en mi mente y sonrío y suspiro...
Qué raro, pensarán algunos, que siendo yo artista, aceptara casarme con un hombre cuyos principios probablemente me oprimirán como mujer. Tendrán la idea otros de que adoptaré un postura de total sumisión. Me da cierto regocijo pensar que este tesoro que he encontrado es sólo para mi, fuera de la comprensión de la mayoría.
Últimamente he pensado bastante en mi infancia. He recordado episodios de suma rectitud y apego a la moral que hacían que en el salón de clases me tuvieran fastidio. Siempre esa honestidad se ha mantenido en mi, y soy una de esas personas a las que en mi ciudad llamarían "noblecitos" o hasta "bobos". Cuánta diversión traigo a los amigos que no comprenden mis formas de proceder, pues jamás entiendo un chiste sucio y me tomo demasiadas molestias para que todo sea como debe ser.
Aunque siempre ha habido buena compañía, la mayor parte del tiempo me sentía sola, hasta que lo conocí a él, que es exactamente como yo. Ninguno de los dos es perfecto, pero ambos perseguimos el bien porque de eso ha de tratarse la vida para nosotros. Ahora por fin ninguno estará solo jamás.
Sin embargo, el meollo del asunto está realmente en la libertad. Cómo le encanta a la gente malentender esa palabra... A mi no me había preocupado mucho aquello de la libertad: nunca he tenido inclinaciones políticas, además la verdad es que siempre me he vestido como quiero, he vivido sin desear nada más y he hecho lo que quiero, porque lo que quiero es hacer las cosas bien y, aunque últimamente se intente, nada se puede hacer en contra de eso.
Encontré en mi adolescencia tardía sin embargo la prisión de las pasiones y el supuesto "amor". Viví las relaciones como se viven hoy en día, y perdí mi libertad. Mi sensibilidad se vio herida múltiples veces por gestos tan simples como la falta de un elogio, y mi cuerpo quedó atado a la lujuria. Eres esclava cuando tu conciencia se rinde a los deseos del cuerpo, y luego, aunque grite y la escuches, las cadenas te arrastran a otra parte.
Vivir esa clase de relaciones implicaba que los muchachos empezaran a imponer sus opiniones sobre cómo me veía mejor, implicaba ocultar mis creencias para no ahuyentarlos, implicaba disfrazar mi candor, y otras cosas que para nada les serían atractivas; hasta coartar mi inteligencia, para no hacerlos sentir menos.
Conocí a mi prometido y de inmediato le sentí la más profunda admiración. No sólo porque es guapo, sino por sus fuertes principios. Él, como una montaña, jamás iba a ceder. Entonces me di cuenta de que yo tampoco quería ceder, y nos adentramos en una relación que siempre ha girado en torno a vivir correctamente. Nuestra actividad favorita desde el principio fue la conversación y mi inteligencia se vio estimulada como nunca. Mi candor se convirtió en mi cualidad más preciada, mi sentido de justicia e inocencia no se vieron ridiculizados de ninguna forma. Finalmente, ambos comenzamos a crecer en la misma fe.
Jamás me he sentido tan libre, tan yo misma. Si, es muy probable que tengamos muchos hijos, y también es probable que me quede en casa para criarlos. No lo querría de otra forma porque no tengo ambiciones que me aten a una vida profesional. Tengo serios intereses en mantener una casa, que refleje toda mi excentricidad y sueño con que esta sea en el campo y tenga huerta.
Si lo vemos lógicamente, yo tenía que casarme con un tradi.
Hello :) do you speak any English? I like the background of your blog and the drawings, I assume the drawings are yours, possibly the background also.
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